Un antes, un después.

Lo que no te mata...Te hace más fuerte.
Eso quiere decir, que comparándote con el antes; el después te reconoce mejorado.
Es increíble ver imágenes e informes de lo que le pasó a Chile hace unos días atrás e inclusive cómo aún no le dejan de pasar; lo peor es que se dice que la réplica más fuerte de todas está aún por llegar.
Pero también es increíble, por no decir emocionante o admirable, cómo la gente empieza a reaccionar. Se dan cuenta que muchos de sus hermanos perdieron todo, que no se puede quedar con menos material ya; que hay que hacer algo...y en base a ello actúan. Saben y lo afirman: lo que tenemos es nuestra gente, y de alguna manera esto se va a recuperar. Hay que actuar, hay que hacer, aún sin planes y en estado de luto.
Y eso es admirable. Estoy seguro que de acá a un tiempo (les va a llevar un tiempo considerable) Chile va a ser mejor que antes. Incluso se van a dar cuenta que sus países hermanos lo acompañaron siempre. Sus ciudadanos serán más chilenos y unidos que nunca, y toda la nación va a quedar marcada para siempre por el sentido de trabajo en grupo y pertenencia. El lema: Chile ayuda a Chile.
Mientras tanto, nosotros seguimos peleados entre nosotros.
Supongo que muchos nos preguntamos o nos dijimos: qué suerte que no nos pasó! o qué hubiera pasado si nos pasaba algo así a nosotros...
Yo imagino un caos total, un desconocimiento del sentido de grupo y sentido de la supervivencia individual por encima de la grupal. Haría falta rigor y control, que difícilmente lo tengamos de este gobierno. Pero al final...las cosas se encaminarían, de una forma u otra, porque somos hijos del rigor, porque somos vulnerables y fuertes a la vez.
Ojalá aprendamos, los tenemos al lado. Que no haga falta una desgracia, ni muertes.
Lo que le pasó a Chile me da mucha pena. Lo que le está pasando, una sana envidia.